¡Mucho que ver y pocos días, en la ciudad de los Medici..! Nos alojamos en un apartamento localizado en la zona de San Lorenzo, cerquita del mercado central; una bella estructura metálica antigua, acondicionada y remodelada. En la plazoleta del mercado hay varias trattorie. El edificio donde queda el apartamento es viejísimo, estábamos en el 3er. piso sin ascensor; o sea más escaleras a mi favor... El apartamento una nota: refaccionado con todas las comodidades. En la puerta una plaquita que dice Dante (el de al lado Beatrice) y al asomarse a las ventanas ¡sorpresa!.. la cúpula de la Iglesia de San Lorenzo.
En Firenze procuramos ver los lugares más indicados: la Piazza de la signoria, donde antes ardió la "hoguera de las vanidades" de Savonarola, ahora patean cientos de turistas chinos y japoneses con sus vanidades electrónicas, el Palazzo vecchio, la Galleria, Il Duomo o Santa María del fiore, e Il Battistero, que para mi es mejor que la propia iglesia... El siguiente día fue el cumpleaños de Patricia (se cumplió su deseo de celebrarlo en Firenze y juntos) Dimos vueltas a pie por la ciudad fotografiando sus bellezas y llegamos hasta el Ponte vecchio, sobre el Arno. Actualmente parece la sucursal de edificio La Francia antes del exprópiese: lleno de tienditas que venden prendas de oro, que la vaina reluce de tanto... Llegamos tarde para entrar al Palazzo Pitti, entonces aprovechamos de meternos en una vinateria cercana a degustar los caldos de la región antes de la cena.
Nuestro guide gourmand –entiéndase George- planeo con antelación llevarnos a comer a la afamada Trattoria I lattini, donde fuimos atendidos por unos simpatiquísimos mesoneros y tal como era de esperarse comimos, bebimos un espumoso e inmejorable Chianti classico, nos divertimos y a mi hijo Ernesto le regalaron dos botellas de buen vino... Estando en esas, conocimos a un grupo de ingleses que compartían la mesa lateral y nos recomendaron un sitio llamado I 4 leoni. Allí fuimos la noche siguiente a celebrar el cumpleaños de Patricia. La cena estuvo estupenda y el brindis mejor. Hubo un improvisado pastel con velita y canto de “hay que noche tan preciosa” con acompañamiento de coro italiano por parte de los comensales y meseros.
La mañana siguiente después de desayunar en una repleta cafetería del centro, fuimos a ver la impresionante Basilica di Santa Croce. Una amable guía mexicana nos instruyó en el recorrido, trabajo que hace voluntario para una ONG. Vimos las tumbas de Dante, Galileo, Michelangelo, Rossini y Machiavello. Este último apostató de su ateísmo al momento de morir sólo para que lo enterraran en esa basílica, donde iban a parar todos los notables… Hay señalada -en una lateral de la nave central- una tumba supuestamente perteneciente a Leonardo Da Vinci, pero está vacía ya que su cuerpo fue sepultado en Amboise. Los florentinos no se resignan a que su hijo predilecto –el genio de la humanidad- no esté en la Santa Croce... En la sección del museo hay obras de pintores del S.XIV y una reliquia: parte del sayo (un paño mugroso en una vitrina) de Francesco d´Assisi. La enorme basílica es a la vez convento franciscano. En uno de los candelabros de la espaciosa nave central, dejamos una velita votiva por la cumpleañera.
Y arrancamos de Firenze para Milano nuevamente para tomar el avión que nos llevaría a España. Pero la cosa no fue tan simple. Y por qué no vamos a Parma que queda en el camino y a Bologna…y Modena…y rueda…y rueda… Aquí no más allaíta...¡ La ventaja de hacer los recorridos en carro!
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